Ahí estáis vosotras: donantes de vida, mujeres excepcionales, admirables, sensibles y generosas, que nos hacéis creer de nuevo en la maternidad
Cuando se ha intentado todo pero nada ha funcionado, cuando la naturaleza es caprichosa, cuando el tiempo juega en nuestra contra o cuando una enfermedad no nos permite concebir naturalmente un hijo, ahí estáis vosotras, las donantes de óvulos: donantes de vida, mujeres excepcionales, admirables, sensibles, solidarias y generosas, que nos hacéis creer de nuevo en la maternidad. Son tantas las mujeres que esperan, apenadas y hundidas, la llamada de la clínica que le dé un vuelco a todo… Son tantas las parejas que viven internamente, en silencio, este dolor, que vosotras conseguís acallar con un gesto al abrir la puerta de un centro especializado. Vosotras sois las portadoras de esperanza para aquellas que, gracias a vuestra generosidad, llevarán una vida, un bebé… Y tendrán una razón de ser.
Queridas y maravillosas donantes: esta minúscula partícula, esta frágil y conmovedora esfera de vida, el precioso regalo que nos hacéis, nos transforma totalmente para convertirse en el centro de nuestras vidas. Hacéis mucho más que ayudar a otra mujer: nos salváis de un largo descenso a los infiernos. Podéis estar orgullosas. Gracias a vosotras, seré madre, seré padre, doy a luz y vuelvo a vivir.
Queridas donantes, estrellas de las madres: ilumináis eternamente nuestras noches, brilláis y resplandecéis para siempre en nuestros corazones. De ahora en adelante, estáis vosotras, vuestra noble acción, y nosotros, padres exultantes, que nunca, en toda nuestra vida, os lo podremos agradecer lo suficiente.
La donación de óvulos es uno de los gestos más hermosos que puedan ofrecerle a alguien. Es el comienzo de una historia formidable y el fin de una larga pesadilla. La donación de ovocitos es grandiosa, inmensa, es magnífica. Es de una humanidad increíble y al alcance de todos los corazones… Y, sin embargo, este regalo es todavía poco común, demasiado infrecuente cuando se trata de la mismísima esencia de la vida.
A todas estas mujeres que han donado y a todas aquellas otras que donarán sus óvulos para que una pareja pueda conocer la felicidad de ser padres, os escribo esta carta para daros las gracias, aunque esta palabra resulte demasiado liviana para responder a toda la felicidad que origináis.